Érase una vez una gacela. Un día los leones se comieron a su madre. Y a la leona le daba pena de la hija y se la llevaron todos los leones se la querían comer pero la leona no les dejó.
Al paso del tiempo se hizo mayor, se sintió como una leona perseguía a otras gacelas y les decían las otras gacelas que ella era una gacela, no una leona.
Un día dando un paseo le entró sed y se fue a una charca. Con el reflejo del agua vio que no era una leona sino una gacela. Rápidamente se fue con sus amigas las gacelas. Se lo pasaron muy bien.
Jugaron al pilla pilla, al escondite y a muchas cosas más. Y nunca se iba a confundir más
FIN
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