La quería desde el primer día que la
vi, paseando por el Carrefour una tarde paré en la tienda de animales y ella me
estaba mirando y le dije a mi padre:
- ¿Papá me puedes comprar esta
tortuga?. La llamaré Cata. Estaba muy feliz y no paraba de jugar con ella.
Pasados unos días decidimos traerle a
un amiguito que se llamaba Duque para que ella no estuviese sola y triste.
Se peleaban entre ellos, pero no podían
estar separados. Las ponía a echar carreras y siempre ganaba Cata.
Les echaba insectos y ella era la primera
en comérselos.
Un día la saque del agua para jugar y
Cata se escondió detrás de la lavadora y no la encontré hasta que no pasaron 3
días y yo estaba desesperado. Quería estar todo el día con mis tortugas.
Pero este verano se murió Cata de una
insolación y para mí fue un día muy triste.
Cada vez que me acuerdo de ella voy al
rio a ver si la veo porque allí la dejé, donde a ella le gustaba en el agua.
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