Entonces el domador de los tigres estaba buscando a un detective y Estuar conocía a alguien, era Carlos el agente secreto, pero también detective.
Entonces lo llamó por el teléfono y le dijo que si podía ir a Irlanda. Dijo que sí.
Vino corriendo, super rápido, más que un coche de carreras.
Como Carlos ya había llagado, se puso unas gafas con las que podía ver huellas. Vio a los tigres en el cuarto de baño y gastaron todo el papel higiénico y arañaron las puertas, las toallas y en la bañera se habían metido con un libro.
Lo abrieron, le dieron la vuelta y se durmieron.
Continuará...
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