Érase una vez un esqueleto que bailaba mucho, y sus amigos le
llamaban bailarín. Un día se tropezó bailando con su propia pierna y se
desarmó. Su profesora, recogió los huesos y los metió en un saco mágico, de
color rojo, azul y verde. Lo agitó, y el esqueleto salió dando un salto y nunca
más se desarmó.
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