Había una vez una tortuga llamada Manuelita, de agua limpia, que
tenía una amiga llamada Topita, que era una tortura dorada rusa. Las dos
jugaban mucho al pilla pilla, al escondite y al reloj reloj. Un día la tortuga
Topita brillaba muchíiiiisimo y quería jugar con su amiga Manuelita, pero como
brillaba mucho, los ojos de Manuelita no podían ver. Manuelita le preguntó a
Topita:
-“¿Topita, por qué brillas tanto?”.
-“Porque ayer utilicé un gel de baño nuevo, y no leí el bote,
porque tenía las letras tan pequeñitas que no las leía, y era de purpurina, por
eso brillo tanto”.
Manuelita tuvo una estupenda idea: fue a su casa, cogió las gafas
de sol de su madre, y corriendo, fue a buscar a Topita.
Ya no le molestaba en los ojos lo brillante que estaba su amiga.
Manuelita estaba muy graciosa con las gafas de sol.
The end
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Los comentarios deberán referirse al texto de la entrada, no entrarán en conflicto con las mejores normas de urbanidad y de lenguaje y serán firmados por la persona autora. Gracias.